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En este año estamos viviendo el desenfreno que han puesto dos de los grandes navegadores, en sacar cuantas más versiones mejor. En principio, la celeridad con la que Google Chrome ha ido llenando el mercado con sus versiones. Recordando que Google Chrome vió la luz (en principio solo en Windows) a mediados de 2008, ha ido a una velocidad tal que, en 3 años ha sacado nada más y nada menos que 15 versiones ya (de versionado mayor, y otras pocas de pequeños cambios).

En este año, por ejemplo, Google Chrome comenzó el año con la versión 10.0, y a día de hoy ya van por la 16.0. Es decir, que van a un ritmo mayor de 2 liberaciones por mes.

Esto parece que le ha sentado como un jarrón de agua fría a la comunidad de Firefox, que se ha comenzado a poner las pilas y, han anunciado un plan rápido de liberaciones, teniendo en cuenta de que Firefox salió en febrero de 2004 (ya como Firefox), ha tenido un ritmo de liberación mayor cada dos años... siendo las últimas liberaciones (3.5 y 3.6) menores y distanciadas en el tiempo por un año. A partir de la versión 4.0, comenzó la carrera siendo el ritmo de liberación cada dos meses. Por lo que hemos pasado de tener en marzo la versión 4.0, a estar ahora en octubre y recibir la versión 7.0.

Podríamos decir que esto es inmejorable para los usuarios de ambos navegadores, ya que esta carrera hace que las características de los navegadores, así como sus mejoras de rendimiento y demás, crezcan de forma que navegadores mantenidos por empresas como Internet Explorer, Safari u Opera, se queden fuera de juego. Pero también plantea un problema para los desarrolladores, que es mantener los desarrollos web para todas las versiones en uso de esos navegadores.

En mi opinión, Google Chrome ha mejorado en este sentido obligando al usuario a actualizar el navegador, incluso haciendo una descarga de la nueva versión en background y realizando la auto-instalación en el siguiente inicio del navegador, por lo que asegura que el navegador se mantiene siempre en la última versión y evita problemas para los desarrolladores de tener que mantener versiones antiguas de Chrome.

Firefox en cambio, avisa únicamente al usuario (al menos de momento) de que hay disponible una nueva versión del navegador, y que si se quiere actualizar, se entre en un semi-asistente que lo descarga e instala. No obstante, este tiempo que se toma y el hecho de tener que reiniciar el navegador no creo que le guste a la mayoría de los usuarios, por lo que es normal que aún, en estadísticas de uso, Firefox se vea dividido en usuarios, según cuándo se bajaron e instalaron el navegador.

Esperemos que en un futuro esto se estandarice de alguna forma, para que tanto uno como otro navegador, permitan hacer las tan frecuentes actualizaciones que están teniendo, de forma fácil y transparente para el usuario.